Divagando en la acera
te mirabas las manos
con la capucha puesta
Connotabas un corazón de piedra
Cómo aquel de los cuentos de hadas
Denotabas una lágrima de cera
Como en la vida real
Dibujaste en la niebla
el pomo dorado
de una puerta trasera
... y le diste vuelta
Poco a poco, cabizbaja
cerraste los ojos
lo buscabas a tientas
Un paso en falso
un error
uno tras otro
... y se ocultó el sol
Volviste sobre tus pasos
ya desanimada
con los brazos cortados
con las uñas destrozadas
Déjalo ir, te digo
Déjalo ir, te repito.
(N.M)
No hay comentarios:
Publicar un comentario